viernes, 23 de mayo de 2014

Lo Peor Que Puedes Decir.

-Lo siento- ese par de palabras no significan nada para una persona que pasa por la perdida de un ser querido.

Recuerdo  haberla escuchado muchas veces en un lapso menor a un día y después escucharla repetidamente a lo largo de varios meses y podría decir que hasta varios años, lo cierto que aunque aceptaba sus palabras no tenían ningún sentido para mi. En realidad no creo que la mayoría de las personas en realidad lo sintieran, no hay maneras de equiparar un dolor con otro cada persona siente en forma diferente, dicho de otra forma lo que a mi me causa una pena para otros podría ser una alegría.

Así que lo mas sensato a decir en un funeral no es ´´lo siento´´, sino hacer y en este caso es mejor dar un abrazo sincero que sirva de consuelo.

Hay otras cosas que se pueden hacer en estos casos:

Hacerse cargo de los pequeños detalles que conlleva un funeral y que los familiares y deudos no están en condiciones de atender.
Llevar todo aquello que pueda ser útil pañuelos, papel de baño, pastillas para el aliento, aspirinas, un suéter, perfume, naranjas (pueden levantar el animo de cualquiera) y una plática entretenida.
Ofrecerse a atender a los niños de los deudos.
Llevar comida.
Pasar a verlos a su casa, así como que no quiere la cosa.
Ofrecerse a lavar su ropa o a ir a hacerles el mercado.



sábado, 10 de mayo de 2014

El Dolor.

Hay dos formas de sentir dolor; en una de ellas la persona expresa profusamente su sentir llora, grita, se desmaya, vomita, pelea, agrede e involucra a todos a su alrededor en sus emociones, en la otra la persona no expresa su sentir de manera tan expresiva llora a solas, siente ahogarse, no puede respirar y se aísla. 

Yo pertenezco al segundo grupo.

Viví mi duelo inicial de manera muy rápida, hay cosas que no recuerdo de esa primera semana, a decir verdad no recuerdo mucho, solo que no tenía sueño nunca, ni hambre, ni sed, ni frío, que me bañe porque mi mamá me lo pidió, que ella escogió mi ropa toda esa semana, que cepillo mi cabello como cuando era niña y que me pasaba el cepillo de dientes al que ella misma le ponía pasta.

Había perdido a alguien importante en mi vida y parecía como si yo no pudiera sentir más nada, pero si sentía; el dolor estaba dentro de mí y se quedo ahí durante tres años.

Cuando el dolor de la perdida se clava dentro de ti, es difícil sacarlo de ahí, me dedique a "estar bien", a hacer aquello que siempre quise, a aprender cosas nuevas y hasta ser un poco menos cuadrada, pero ninguna de estas cosas aliviaba lo que sentía, mientras más parecía ir hacia arriba más abajo me hundía.

Hasta que un día  por fin estaba en el fondo, sin más abajo a donde ir y empezar a subir era lo único que podía hacer. No ha sido fácil, pero cada vez me acerco más a la salida.

La Despedida.

No pude despedirme de él porque su partida fue repentina, me tomo por sorpresa un domingo de principios de enero. No hay nada más difícil para un deudo o sobreviviente que no poder decir adiós, muchos imaginan que quién parte lo último que recordará de nosotros es lo último que le dijimos, lo mal que nos portamos con ellos en algún momento o aquello que les ocultamos u omitimos, por eso nos aferramos a  la despedida a expresar con palabras lo que sentimos, esperando que esto sea lo último que recuerden de nosotros.

Con el tiempo descubrí que las despedidas son para nosotros, que nos sirven para hacernos menos dura la perdida, para poder soltarlos.